Occidente debe dejar de fantasear y encontrar una forma de vivir con China. Guiado por los valores e intereses occidentales, encuentre un término medio.
El enfrentamiento entre Berlín y Occidente se intensifica casi todos los días. Esto implica no solo la tecnología, el comercio, la distribución del mercado global y los problemas de la cadena de suministro, sino también los valores fundamentales. El objetivo fundamental de esta competencia económica e intelectual es ocupar una posición dominante global en el siglo XXI.
Pero, ¿por qué está sucediendo esta actualización ahora? No es que Occidente haya inspirado repentinamente el ascenso de China. Como todos sabemos, esta es una dictadura del leninismo de partido único, pero desde la década de 1970, los países occidentales (liderados por Estados Unidos) no han dejado de profundizar los lazos comerciales y económicos con China.
Al mismo tiempo, los líderes chinos siempre han rechazado las críticas extranjeras a los derechos humanos y la opresión de las minorías étnicas. Unido a la práctica generalizada del espionaje industrial, el robo de tecnología y propiedad intelectual, Occidente ha tolerado décadas de conocidos problemas en mayor o menor grado a cambio del acceso a los enormes mercados de los países asiáticos y su oferta laboral. barato. Incluso después de la masacre de la Plaza Tiananmen en Beijing en 1989, los gobiernos e inversionistas occidentales no perdieron su optimismo. Una vez que las cosas se calmaron, el impulso de las empresas occidentales que ingresaron a China fue más fuerte que nunca.
Las economías occidentales siempre han creído que la modernización y el desarrollo económico eventualmente llevarán a China a abrazar la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho, pero esto está mal. El Partido Comunista Chino ha producido un nuevo modelo de desarrollo mixto, que incluye una dictadura de partido único, una economía altamente competitiva y una sociedad de consumo.
Hasta ahora, la estrategia ha tenido mucho éxito. El poder político está en manos de los comunistas y casi todo lo demás se transfiere al capitalismo de consumo de alta tecnología. La Unión Soviética había esperado realizar innovaciones similares en economía política.
Los valores comunes de los países occidentales definitivamente limitarán el alcance de la cooperación geopolítica con China; lo mismo es cierto de su expansionismo regional, especialmente en el Mar de China Meridional y las áreas frente a Taiwán. Pero cuando se trata de problemas globales como el cambio climático y la prevención de pandemias, la cooperación seguirá siendo crucial.
Al final, la confrontación chino-occidental giró en torno al valor central de lo no negociable. Para proteger sus propios intereses y la coexistencia pacífica en el siglo XXI, Occidente tendrá que reconocer y defender la verdadera fuente de su poder duradero.